LA HISTORIA DE ABEL

En estos días de celebraciones por la vida quisiera contaros una conmovedora historia, la historia de Abel.
Con Carmen y Feliciano, los padres del pequeño Abel, me une una amistad de admiración. Casi de veneración. Es para mí un privilegio, y lo digo de verdad, que formen parte de mi vida.
Conocí a este matrimonio catalán hace unos años, en un Encuentro de Derecho a Vivir, donde fueron para darnos su experiencia: les habían aconsejado -les habían presionado- abortar a su hijo. Abel venía con problemas. Pero ellos optaron por la vida. Con humildad. Con firmeza.
A mi me impresiona su decisión aún hoy, cada vez que pienso en ellos. Sin dudar. Sin vacilación alguna. Claro que junto a ellos estaba el «gigante» defensor de la vida en Barcelona, el P. Custodio Ballester, dándoles aliento y sosteniéndolos. Una suerte de la que por desgracia no gozan todos.
Y me impresionan también por su sencillez, su forma digna de afrontar la vida. Su profunda fe y confianza en Dios.
Os dejo con su historia y con la carta que nos envía Carmen.
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CARTA DE UNA MADRE-CORAJE, LA MADRE DE ABEL:

En nuestra sociedad el aborto ya es un derecho y está instalado en la cultura, una auténtica cultura de la muerte, como diría Juan Pablo II.
Ya es algo normal, asimilado por la sociedad y las personas que lo aceptan lo hacen sin más, sin pasarlo por la razón ni por el corazón, asumiendo tranquilamente ese asesinato.
No se puede explicar con palabras la inmensidad de los sentimientos, recuerdos, pensamientos que pasaron por mi mente y mi corazón cuando mi marido me enseñó un vídeo de un abortoEllo inspiró este escrito que ahora estás leyendo. Mi marido me enseñó un vídeo que le enviaron de un bebé recién abortado sobre una mano enguantada.
Yo cuando lo vi sentí pena e impotencia, ¡cómo no sabemos valorar la vida de una persona! …. era diminuto, ensangrentado, del tamaño de la palma de una mano… y ¡¡se movía!! ¡¡agonizando fuera del vientre materno!!. Era una personita, con sus bracitos, sus piernecitas, su cabeza y sus ojitos negros.
Inmaduro, sólo necesitaba tiempo para que lo dejaran nacerpero era una VIDA HUMANA. Era tan pequeño…
Se me pasó por la mente el dolorosísimo episodio que nos tocó vivir a mi marido y a mí hace unos años en una Maternidad barcelonesa, donde los mismos médicos, con toda la ley amparándolos, consideraban que nos estaban ayudando a tomar una decisión correcta, abortar porque nuestro hijo venía con una malformación.
Nosotros como padres decidimos seguir adelante con nuestro embarazo porque amábamos a nuestro hijo que ya se movía en mi vientre. Abortarlo no era una opción.
Y hasta el día de hoy, gracias a Dios, no nos arrepentimos de la decisión que tomamos, pues además los médicos se equivocaron: de lo peor que nos decían que estaría nuestro hijo, vino lo mejor posible.
Creo que es lo que deberíamos hacer todas las madres: amar al hijo que tenemos en nuestro vientre, luchar por él y defenderlo. Los seres humanos somos únicos e irrepetibles. Si no los defendemos sus madres, ¿quién los defenderá?
Cada vez que se habla de aborto no puedo evitar pensar en Abel y en su historia. Es verdaderamente terrible cargar en la conciencia con un hecho como es el aborto, sin gozar nunca del regalo de la vida, de cuando tu hijo te dice te quiero, te necesito, gracias mamá, gracias papá…
Cuando se oye en las noticias que ha habido un asesinato de una persona adulta, de una mujer o de un niño, nos horrorizamos, nos duele mucho saber que alguien los asesinó. Y la humanidad clama justicia.
Pero el aborto también es un asesinato, con la diferencia que la ley apoya que ese nuevo ser sea eliminado dentro del vientre de su madre. ¡Qué injusta es esta ley! A LOS NIÑOS ASESINADOS MEDIANTE EL ABORTO LA LEY NO LOS AMPARA NI LOS PROTEGE.
Muchas veces en los medios de comunicación se distribuyen fotografías de mujeres que a modo de protesta llevan escrito en su cuerpo: «ES MI CUERPO YO DECIDO». Pero hay otras imágenes que son menos difundidas de madres embarazadas que escriben en sus cuerpos: «NO ES MI CUERPO, ES MI HIJA».
¿Cuánto tiempo ha de pasar para que los seres humanos nos demos cuenta del gran valor que es la vida?
Hasta aquí la carta de mi amiga Carmen. La madre de Abel.
Abel hizo el año pasado su Primera Comunión en la parroquia de Hospitalet, de manos del P. Custodio Ballester. Crece feliz y cada vez se mueve mejor. Ya anda solo y a sus padres se les caen lágrimas de alegría. Aprende de la vida, de su familia y amigos. Y aprende sobre todo el valor de la vida. El valor de su vida como persona y como hijo de Dios. 
Gracias a la decisión valiente de sus padres, Abel está con nosotros. ¡Gracias Carmen! ¡Gracias, Feliciano!
Pedro A. Mejías Rguez.

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